8 de mayo de 2008

JAVIER OLAYO

Hay pintores que tienen una intuición pasmosa para definir un vocabulario visual, una gran facilidad para captar el alfabeto plástico que nos conducirá a orografías tan desconocidas como esplendorosas. Javier Olayo, pintor madrileño, es uno de ellos.
Nos asombra con esa capacidad, que está más allá de un virtuosismo técnico evidente, para vislumbrar hallazgos en la materia de un colorido que exprime hasta hacerlo hablar y expresar sus más íntimos pensamientos.

  • La superficie roturada, que hechiza la mirada, nos atrae a demarcaciones de elevado volumen cromático por donde se pasean nuestros ojos cargados de ensoñaciones que creíamos inexistentes y que necesitamos con el fin de hacer más ética y estética nuestra dinámica existencial.
  • Y además se puede comprobar, si se visita su exposición en la galería Sokoa este mismo mes de Mayo de 2.008, que fantasmales apariciones de cuerpos, seres, rostros, figuras, estampas urbanas, etc., en ese magma del que no pueden escapar, ofrecen un ámbito en el que se condensa la cara y el reverso de un imaginario en permanente acción y en constante búsqueda de una cosmovisión que nos dé luz entre tanta tiniebla.
  • Mi amigo Humberto y yo tratamos de adentrarnos en este marco pictórico de Olayo y de eternizarnos allí como los únicos habitantes de un malecón habanero pecador y licencioso. Pero ya era tarde para prodigios que no conciben ni acogen a mancos y cojos en perpetuo lamento de tener que pintar senos oscuros con un miserable candil.


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