13 de mayo de 2008

LA NATURALEZA HUMANA


La pintora Acqua tiene una visión poderosa para hacer efectivo plásticamente el imaginario de una naturaleza humana encapsulada, encerrada, aprisionada en su propia fragilidad, decrepitud, vulnerabilidad, en definitiva, en una mortalidad torturada que sufre por serlo y no poder dejar de serlo.


Y sin embargo, es cierto que un día nos vemos convertidos, por estímulos narcisistas y vanidosos, en máscaras triunfadoras y el siguiente en el reflejo arisco de un ocaso que se hace interminable.


Pero ese balance siempre tiene un resultado nefasto: son muchos más los que pierden que los que ganan, y éstos sí que son conscientes de que esas victorias dejan un rastro excesivo: la fagocitación de miles en un presidio infernal.


También es cierto que cada vez más nos acostumbramos a la destrucción, la desgracia, la ruina y el exterminio, pues es ya un espectáculo de la imagen que como espectadores contemplamos de forma descarnada y hasta morbosa, ignorantes de que tanto ellos como nosotros estamos condenados igualmente.


Mi amigo Humberto y yo, depositados en el malecón con la botella de ron, bosquejamos con una voz muerta una senda que debía atravesar el hemisferio y que nos depararía en su desembocadura una eternidad de bufones afónicos que pintarían en y acerca del aire. Luego, en lo tocante a esos lienzos, una vez contemplados, habría de adivinarse su significado y el que lo acertase tendría el premio de volver a ser mortal. Humberto y yo fuimos y seguimos siendo incapaces de conseguirlo, por lo que aquí continuamos y lo que es peor sin la ayuda del ron que nos ayude a desentrañar este miserable delirio que nosotros mismos hemos creado. Y sin diosas mestizas que bailen rumbas cubiertas del baja-y-chupa.

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