23 de octubre de 2008

LIA KAUFMAN / LO TRANSLÚCIDO


Lo lineal, lo geométrico, lo que se somete a un escenario de líneas y volúmenes, acredita la transparencia poderosa de la idea. Y esta luminosidad, nitidez y diafanidad son la puerta que abre la aparición de los cuerpos en su doble condición de realidad encarnada en su ropaje y reflexión metafísica envuelta en un halo translúcido.


Lia Kaufman, artista nacida en Argentina y radicada en nuestro país, marcó su rumbo plástico bajo esa premisa, que podemos también conceptuarla como el trazo de emociones en espacios que se entreabren como cuadrículas intemporales para que la figura adquiera la luz del símbolo, la meditación estática de lo que es y representa.


Y lo consigue plenamente, de tal modo que un paisaje sin sombra -yo que soy tan amigo de ellas-, casi desnudo, otorga vida a seres que se quedaron un instante detenidos en su eterno deambular.


Aunque la que no se detiene es ella, que, a partir de un acervo pictórico que le sirve de guía, prosigue una trayectoria que arriba a nuevas desembocaduras estéticas, con el propósito de ensancharlas hasta convertirlas en deltas.


Los babalaos apostrofan al malecón por culparle de la pérdida de su magia. También mi amigo Humberto le hace causante de sus desdichas, de su incapacidad para retener su incontinencia plástica, su cólico iconográfico. Son tiempos malditos, le digo, en que la creación no puede escapar de la sombra que destruye.

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