26 de febrero de 2009

ADRIANA VAREJAO / CABEZAS


Cabezas, un pie, una mano, un torso, colgados de unos hierros de carnicería, como si fuesen un muestrario de venta; y esta chacinería, con sus zócalos blancos, vírgenes, algo manchados de rojo, compone una orla ensangrentada de despojos humanos.


Adriana Varejao, artista brasileña, a través de esta visión cruel e implacable, reivindica la señas de identidad de un pueblo, de una nación y hasta de un continente, castigados por una interminable tragedia.


Lo hace sin eufemismos, extrayendo sus recursos de una estética del sufrimiento y de un tiempo cargado de dolor, muerte y violencia. También de injusticia.


Y lo sintetiza en la fisonomía plástica de una acción atroz que integra y expone como una escena cotidiana que aparece ante nuestros ojos con la naturalidad de la vida rutinaria del día a día.


Al amanecer el malecón se vacía de criaturas que ya han agotado el destino de la noche, ínfimo y salobre, con la esperanza de la nocturnidad siguiente en la que desear lo que ya se fue o todavía no ha llegado. Pues ése es el ron oscuro que queda por beber.