25 de junio de 2009

CONSTANT PERMEKE

El expresionismo de origen nórdico siempre ha buscado en el dibujo y en las texturas y formas plasmadas que ellas pudiesen captar la íntima conflagración interna de la humanidad, expresando sus desesperación ante la violencia y la locura, o la fragilidad y el dolor.

El artista belga Constant Permeke no se permite soñar, se ve arrastrado por una atmósfera sombría que lo ennegrece todo, por la existencia de unos personajes recios, grandes, oscuros, que transportan y hacinan en su ser el desencanto, la pobreza y el sufrimiento de unas vidas que nunca han tenido quien las pinte recibiendo la luz, la claridad de un amanecer plano y luminoso.

La tierra es fría y árida, áspera y seca, y en ella las presencias están obligadas a morar sin esperanza, ya que no hay fe, sólo un mar de derrotas y de ocasos.


Pintura compacta, de tonos duros, de trazos sobrios y de lamentos mudos, que nos dedica unos soplos de meditación visual acerca de la conciencia del arte como conciencia cierta de un destino.
  • Hoy nos visita en el Malecón Olofi, el supremo, causa y razón de ser de todas las cosas, al que le siguen Ochosi, Changó, Yemayá, Obatalá, Ochún y Babalú Ayé. Humberto y yo les cantamos:
Debo confesar
que ya no tienes para mí tanta importancia,
puedo soportar
lo inevitable de un final.
No te empeñes más
en inventar razones,
hoy por hoy
solamente nos queda decir
adiós.






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