19 de octubre de 2009

AMALIA AVIA (1926)

Circulamos a través de nuestros circuitos humanos y urbanos más íntimos y no hacemos pausas para fraternizar con los auténticos protagonistas que las variopintas formas del vivir abren y cierran: puertas, paredes, calles y ventanas. La artista española Amalia Avia sí que se ha detenido para codearse con ellos, para interesarse en su existir y en cómo se reflejan dentro de ese laberinto terrenal que siempre los ha omitido.
Nos los ha traído a nuestra presencia, los ha hecho de carne y hueso y hasta les ha dotado de un halo de densidad anímica que nos impide rehuirlos; al contrario, se nos imponen y puede incluso que nos dejen penetrar y acariciar con la mirada ese caudal plástico e histórico que atesoran.

Mi amigo Humberto trata de soslayar el sino del asentimiento pues ha renunciado a creer en una verdad que esté postulada por un Malecón que únicamente se invoca a sí mismo. Yo le digo que hay que dejar que la forma, nuestra gran amada, disienta, es la que siempre lo ha hecho, por eso si él deja que ella pinte esta esquina en la que estamos todos los días del año, será un clamor plástico que no cesará de pronunciarse. Y además no permitirá que nos falte el ron nunca.


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