8 de marzo de 2010

ALEJANDRO OBREGÓN (1920-1992) / NO PUEDE DISOLVERSE LO ILUMINADO

  • Al tener la mirada pendiente y alojada en el horizonte, las vetas cromáticas despiertan ecos que retumban. Para recogerlos y trasplantarlos estaba el colombiano nacido en España, OBREGÓN, que ha vivido interpretando la luz y la semblanza tropical como un universo efervescente, en permanente lucha y movimiento, con vientos precursores y presagios de destrucción.
    • Su escritura, rica en matices, esconde visiones aciagas, amenazantes, que vomitan un fuego calcinante que depura la pintura hasta dejarla en la intensidad esencial, en la fuerza culminada y no vencida.

      • No hay que engañarse por esa carga de plasticidad que vierte, ni tolerar deslumbrarse por esa gravedad luminosa, pues bajo tales consignas late el músculo de una creencia en una realidad que continuamente ha de hacerse a sí misma, como una conciencia y consecuencia ineluctables de que el fin es la obra y que la vivencia descansa en ella.


        • Me confiesa mi amigo Humberto, acodados al atardecer en El Malecón, que no consiente que el trazo adquiera una apariencia convulsiva y los colores se amalgamen y se retuerzan sobre la tela una vez escurridos, aunque entiende que la materia así proporcione una nueva vitalidad al color.










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