1 de marzo de 2010

OLIVIER DEBRÉ (1920-1999) / NO HAY QUE DEJAR DE MIRAR

  • Como todo buen pintor abstracto, el francés DEBRÉ sabía que el color se halla en la vida y en la muerte, en el amor y en el odio, en la paz y en la mirada. Y tomando como referencia las palabras de Cézanne, su color hace que las cosas nos pasen garganta abajo como si fuesen un vaso de buen vino, pues hay colores que nos saben bien, muy bien.
    • En su obra, que experimenta diversas variaciones y etapas, la impresión cromática busca su propia forma como pretexto o incluso como texto, fluye fértil o crea metamorfosis, se extravía en cosmos azules ribeteados o alumbra ora materias palpables ora arcanos intransferibles.

      • Quizás entronque con otros movimientos coetáneos-será así porque inevitablemente es inseparable de ellos-, con afinidades muy explícitas, pero sin ser eso demérito para una formulación que ha crecido desde el lúcido convencimiento de que una aventura plástica hay que culminarla sin aplazarla nunca.

      • Estoy en el Mediterráneo, amigo Humberto, lejos de los ojos del Malecón, mas conservando la nostalgia de un Caribe que no ha deshecho todavía fronteras que deberían ser imposibles.







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