19 de octubre de 2010

ARTE AMERICANO

  • Espoleado por la curiosidad me acerqué a la Fundación MAPFRE a visitar la exposición de arte americano. No voy a referirme a la calidad de ciertas ausencias, ni a una muestra tan escasa de hitos memorables o a la falta de una mayor cohesión.
    • No quiero centrarme en señalar más que las dos rúbricas sucias, tristes, solitarias de un HOPPER, la insuficiencia de lo expuesto de la obra de GEORGIA O´KEEFFE o la construcción urbana de la nación por parte de CRAWFORD, HIRSH o SHEELER. También en la recepción de herencias de un STUART DAVIS, en la esencia aérea de un CALDER, así como lo tacaño exhibido de ROTHKO o en lo no representativo de lo visto de MOTHERWELL y GOTTLIEB.


      • Es una exposición limitada, muy incompleta de una historia y un pueblo jóvenes, impacientes, que desde lo iconográfico europeo plantean sus propios repertorios y definiciones, que acaban por liberarse de cánones y tabúes y señalar tantos otros horizontes como espacios en el Este y el Oeste.
      • Y no nos olvidemos de dos grandes fumigadores como CLYFFORD STILL y SAM FRANCIS, cuyos trabajos se quedan cortos.

      • Ni siquiera puede hablarse de una manifestación artística modesta, más bien pretende ser un canto a la excelencia que se ha quedado, por su escasez y criterio selectivo, en la confusión de lo mediocre, del ser que pensaba que iba ya siendo. Una pena, una lamentable pena.

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