5 de septiembre de 2011

WILLIAM COTTON (1965) / A CHUPAR




  • La banalidad entra en la concepción artística por una puerta y se niega a salir por la otra. ¿O es que el equívoco surge de la ambigüedad de combinar en la pintura erotismo y pastelería, decadencia y mal gusto? 




  • Tampoco es cuestión de irnos muy lejos, sólo al rococó francés y sus posteriores epígonos, por eso de hallarle unas excrecencias que, la verdad sea dicha, no necesita, las lleva consigo. De todas formas, lo que hizo el norteamericano COTTON es ponerlo al día y endulzarlo. 

  • Después de tanta asquerosidad y abyección, ya le tocaba a la repostería, la bollería, la confitería y la panadería. Y si a eso añadimos esos cuerpos embadurnados, los lameteos o lametones son de hartura total. 

  • No obstante, para el observador es una frustación ver tanta fragancia, dulzura, sabor y piel rozagante y no succionar el éxtasis correspondiente. Únicamente la mirada queda convulsionada, casi "orgasmizada", entre espasmos atacantes y perplejos. O absolutamente lo contrario, repugna tanto empacho carente de una autenticidad estética o de una verosimilitud plástica.

  • ¿Dónde extraviarse, dónde?
  • Mi centro es este punto:
  • Cualquiera. ¡Tan plenario
  • Siempre me aguarda el mundo!

  • (Jorge Guillén) 

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