30 de enero de 2013

GERMÁN VENEGAS (1959) / MIRÁNDOME A MÍ MISMO, ADIVINO AZARES


  •  Decía Willem de Kooning que la carne fue la razón por la que se inventó la pintura al óleo. El méxicano VENEGAS le añade más, como es la suma de mito, leyenda, horror, abstracción, infiernos y en la escultura los reversos románicos y góticos del cielo. Es una obra de hombres dolientes, solos, olvidados, anónimos y casi siempre vencidos. 


  •  Mirándose a sí mismo, adivina azares en las rayas de su alma, tal como recita el poeta, y así sin un solo lamento deja que la pasión se pueble de fantasmas, de historias y configura espacios donde rasgar sueños y pesadillas.


  •  Es un descifrador de verdades plásticas que estaban olvidadas en la hondura y que tienen voz de alerta ante una quietud de muertos, pero que lo han sido de angustia en un tiempo que hace poesía del espanto.  


  •  ¿Cómo podía ser tan plena y tan confusa, tan mía y tan lejana,
  • la segura y doliente presencia de mi sangre?

(Ildefonso M. Gil). 

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