16 de octubre de 2013

GRAÇA MORAIS (1948) / LA VIDA DE LA PINTURA


  •  Dice Andrea Pinotti que es fundamental que la imagen pictórica se ofrezca a la mirada y que esta mirada interactúe con el resto de los sentidos en la captación del sentido de esa imagen. Muy cierto y más cuando estamos ante la obra de la artista portuguesa MORAIS. 


  •  La vitalidad, reminiscencias y hallazgos de su trabajo no dejan lugar a dudas, por cuanto comprobamos que el acto de proyectar esa figuración es un gesto que trasciende la propia realidad exterior, se adentra en una realidad interior que se dota de una sensibilidad intensa hacia un pensamiento que ahora va a aparecer.  


  •  Es la poética de una soledad acompañada que se desprende de esa coloración que se impone a través de una visibilidad que por sí misma nos infunde sensaciones soñadas cuando estamos despiertos y podemos acudir a ellas sin mayor amparo que nuestra placidez y nuestro silencio. En ella la verdad es una única verdad sin ismo ni discurso ni lectura programada o planificada.     

Todo aquel que atraviesa el corredor del Miedo
llega fatalmente al Último Espejo
donde una mujer abrazada a tu esqueleto nos muestra
cara cara el infierno de los ojos sellados
de los ojos cerrados para siempre como en una máscara
de muerta representando en el más allá el teatro último:
así miré yo a los ojos que borraron mi alma
así he mirado yo un día que no existe en el Último Espejo.
(Leopoldo María Panero)

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