16 de noviembre de 2013

ADALBERTO CATALÁ YUSTE (1958) / HE PERDIDO EL TREN


  •  El tren acumula en sus viajes almacenes de vidas que buscan un destino del que desconocemos si tiene encuentro o es una singladura más en el extravío o la derrota de seres que lloran en la noche. En estas obras el personaje importa por sí mismo y por lo que significa, por su esclavitud de ver y andar incesantemente, por los paisajes que cruza y por la soledad con que saluda.


  •  El mero de hecho de evocarlos hace que poco a poco tus sentidos capten una imagen que se compondrá de todas las percepciones sensoriales (Casas Ros), lo que define magistralmente estas representaciones que conjugan la magia pictórica de tiempo, vida, historia, con ese hálito de desolación, melancolía y añoranza.  


  •  Desde el tren, las vías y las estaciones se esboza un mundo, un pequeño mundo, que a medida que toma movimiento se hace grande en la imaginación del espectador, que ve otra sensación y otro olvido que tenían esa luz genuina que iluminaba aquellas reminiscencias por las que pasaban y hasta amaban.    

En mi mano acojo los excrementos
formando con ellos poemas
cerca estoy ya de donde sopla el viento
y odres de vino de mi nombre están llenas.
(Leopoldo María Panero)

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