7 de diciembre de 2013

ÁNGEL ABREU (1976) / SEGUIR HASTA EL FIN


  •  En la obra del dominicano ABREU la crisopeya cromática adquiere visos futuristas inéditos porque está fundamentada en una sabiduría que solamente secunda lo que la esencia del pigmento le dicta. Las formas están en perpetuo movimiento jugando consigo mismas pero al final es este último el que las va perfilando, dándoles el tono, la esencia, la configuración que referencia y remite a su propia naturaleza.    


  •  Al mismo tiempo es una pintura hondamente caribeña, o por lo menos de una vertiente de la misma que tiene santo y seña, que tiene en ese color voluptuoso todo un sinfín de cuerpos, poesía y sentimientos. Son como peces velocísimos rodeando el infinito a través de sus espirales, de sus fogonazos, de la esponjosidad de sus certidumbres e incertidumbres.  


  •  Hay una riqueza plástica que pone de manifiesto tránsitos, procesos, desarrollos, viajes y fascinaciones. Es la consagración de una voluntad creadora e investigadora, muñidora de efectos y bautismos visuales, de gestos amansados y seguros de que la pérdida es lo seguro, lo más elemental y prioritario.  

Volveremos de las ciudades quemadas
y seremos los fantasmas de nuestras propias 
palabras.
(Leopoldo María Panero) 

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