22 de marzo de 2014

ÁNGELES AGRELA (1966) / QUE EL DOLOR NO ME APAGUE LA RABIA


  •  Una figuración que pivota sobre un sentido plástico perfeccionista, brillante, de efectos y procedimientos muy calculados, de resonancias clásicas y modernistas, de espléndida y sofisticada caligrafía.  


  •  Pero toda esta configuración apunta a una debacle que estaba escondida y que la andaluza AGRELA saca a luz para mortificarnos con esa ambivalencia que tiene ribetes ontológicos, emanaciones sórdidas, convicciones perdidas y no recuperadas.  


  •  Nos sitúa ante rostros, cuerpos, que no sabemos si son lo que son, si tratan de ser otros, o si eran otros desde el principio y los veíamos disfrazados de lo que no eran. Juega con la emoción y la duda, con la aceptación o el rechazo, con lo falso y lo auténtico, que seguirán manteniendo el envite mientras su lenguaje no calle. 

que la muerte pierda su asquerosa
       y brutal puntualidad
       pero si llega puntual no nos agarre
       muertos de vergüenza
(Mario Benedetti) 

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