3 de mayo de 2015

LUIS DENNIS GALLARDO CASTRO (1971) / DANZAD MALDITOS


  •  ¿Qué cabe hacer ante estas singladuras? ¿Cabe pensar que estamos ante el ejercicio de una práctica que entrecruza distintas tendencias y abundancia de conexiones? ¿Es un romanticismo o surrealismo caribeño insólito víctima de huracanes, maremotos, oleajes, seres inviolables de uno y otro tipo?   


  •  ¿O es el placer de un imaginario explosivo el que obliga al cubano GALLARDO a no cesar de vomitar unos escenarios tan insólitos, raros, extraños y extraordinarios que dan lugar, de forma inevitable, a una experiencia tan impar, que ese proceso entre la obra y el sujeto receptor transforma a ambos?    


  •  La conclusión es que la potencia visual de estas imágenes hace que perdamos de vista, en favor de su constitución plástica tan desbordante, el núcleo de significación que entraña, aunque esa apariencia que se transmite de manera inmediata, se hace más ideográfica en cuanto se rebasa ese estadio y se pasa al siguiente.  


  •  Sin embargo, la certeza de nuestra sorpresa entre su virtuosismo, su calculada creatividad y vocación estilística, nos hace reflexionar sobre los límites de una supuesta ucronía o un pasado que anuncia un apocalipsis. Dentro de la pintura tiene la licencia la monstruosidad sea cual sea el modo en que la concibamos. Pero para algunos quizá ésta no sea la concebida para el futuro.       

Todo pensamiento es inmoral. La destrucción
está en su entraña. Si piensas en algo, lo
matas. Nada sobrevive al pensamiento.
(Oscar Wilde)

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