10 de febrero de 2017

NIKLOS ASLANIDIS (1980) / TRABAJAR PARA LA MUERTE

  •  Las concepciones baconianas sobre el ser humano nos dejan un poso premonitorio y de augurios ya determinados. Y es porque la pintura se encarna tanto que se hace carne y sangre, derrota y presentimiento, dolor y muerte, dejando ese manto tétrico como la sustancia imperecedera.  
  •  Esta sabiduría histórica y al mismo tiempo muy concretada en sus orígenes nacionales es la que impone el griego ASLANIDIS en sus creaciones, que son un éxtasis religioso de la locura, del quietismo, de un misticismo carcomido por la inevitabilidad del destino final. 
  • Tonalidades calculadamente sombrías son las hacedoras de las apariciones del cuerpo y del festín del espíritu, conmovido él mismo por lo que es y por el artificio que sustenta, por el lenguaje que conforma y transmite, por la entraña de lo que es y no ha llegado a ser y creer.   
Sólo esperar que caigan
que se gasten
que pasen
los días
los minutos
los segundos que quedan.
(Idea Vilariño)

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