13 de octubre de 2009

AUGUSTUS VINCENT TACK (1870-1949)

  • No me desoriento al mirar los mapas cromáticos del artista norteamericano Tack, es el comienzo por verificar que lo que se plasma no es lo insólito del contexto en el que vivo sino el ámbito que me hace pensar en las paredes de mis esquinas, en los recodos que emiten tonos de idas y llegadas, en los trayectos y paseos al atardecer con una luz que provoca pálpitos de lo que sustancia el pensamiento que se escinde entre lo turbio y lo claro.
    Este pintor, otro fundador de códigos, acaricia texturas que tengan extensión en la mirada, que se desparramen invocando la esencia que concilia claridad, complementariedad y el postrer efecto de ver tanto los firmamentos como los reflejos que queda de ellos, sin que la duda nos transporte más allá de sus propias áreas tan bien predeterminadas.
    En estos altares es en donde se alumbran visiones que nacen para vivificarnos en ellas y captar lo que tienen de no sacralización de un éxtasis que ya no la necesita.

  • Mi amigo Humberto y yo cada día cargamos menos sacos cuando vamos al Malecón. Nuestras escasa pertenencias son almas tuertas, remordimientos devorados, frustaciones almorzadas a destiempo y rones acumulados con desidia. Y encima el Malecón nos condena a cavar túneles que nos contagian el desprecio de que nunca seremos capaces de fugarnos por ellos. Mojamos el descrédito aguardentoso en unas espumas que con su sal nos van incinerando poco a poco. Ya no nos vale ser animales piadosos.

9 de octubre de 2009

JOSÉ IBARROLA (1955)



Hay un hilo conductor en toda la obra del artista vasco José Ibarrola en su búsqueda del logro de lo imposible: hacer que la materia pintada se convirtiese en intangible. Tal es el propósito de conseguir que el color dimensione lo incorpóreo para que quede la pureza de un simbolismo que cultiva la síntesis entre mar y personajes, pues uno es el espejo de los otros.
Plástica muy meditada y meditabunda que halla su propia naturaleza en la construcción de las formas y la pigmentación fría de sus pieles y recubrimientos, que aborda nuestra mirada con la desnudez de sus espacios ubicados ante un horizonte que nunca se deja tocar.

El misterio también ahonda en la percepción de esas tonalidades planas que saben más de lo que muestran y que nos desafían a esperar como ellas esas sensaciones de tránsitos hacia lo que nos sostiene y conforma.

Un trabajo que ha contraído deudas, que ha sabido pagarlas y ahora extiende sus créditos en un plano poético que precisa la soledad final que abarca un universo que no dejará de extinguirse en tanto lo intangible sea la medida de lo tangible.

Me dice mi amigo Humberro que le agota oírme el siempre y el nunca. ¿Pues qué quieres? Siempre estamos esperando y nunca llegamos. ¿Y qué hacemos con la muerte, me responde? Dejarla que aguarde hasta que dejes de pintar farmacias y tejados.

8 de octubre de 2009

DAVID REED (1946)


  • Tripas, hebras, intestinos que serpentean e irradian, que están en continuo movimiento, que se agolpan, se confunden, mezclan y batallan bajo estardantes cromáticos que los diferencian en una lucha que también puede ser una polca, en la que se entrecruzan vertical u horizontalmente, haciéndose fluidos felinos que despiertan los centelleos de las miradas.

  • Son iconos luminosos que el artista norteamericano David Reed los inviste de signos de una sociedad que se vuelve interesada en continuar con esos arabescos hasta ver su desembocadura en términos conceptuales estigmatizando el ambiente urbano, o la actividad que se acompaña al tránsito visual por la ciudad escindida entre lo que es imaginario y lo que no lo es. Quizás habría que decir que es una propuesta que engulle la visión en un ornamento que quiere dejar únicamente de serlo.



  • He perdido el don de repetir consignas, de leer panegíricos, de entonar loores y loas, de cantar laudatorios. Mi única salida es declararme mudo ante el Malecón y dejar que el ron recite y cante alabanzas al bien amado. Mi amigo Humberto me anima y me secunda declarándose privado del habla, porque una mulata de andares bisiestos le comió la lengua, a la que pudo reemplazar por una tela pintada en óleo una vez bañada en aguardiente.


7 de octubre de 2009

CARMELO ORTIZ DE ELGEA (1944)

  • Cuando se transita con el ojo pendiente de como sería la simetría de un entorno si se desnudase en sus rasgos plásticos esenciales, queda la duda de que la concepción pictórica que guía esa construcción no manifieste más que un enmascaramiento que desvirtúa una realidad que estaba en la retina.
    • El vasco Ortiz de Elgea seguro que siempre tuvo estas dudas, son como espasmos que alientan y desalientan, pero sus referencias visuales no habían perdido su claridad y nitidez, motivo por el cual supo como plasmarlas y no extraviarlas en una nada investida de nada.

      • Y así bosquejó una obra en que trazos, marcos y atributos se explayan en una vivencia cromática que configura territorios en los que la mirada se pasea entre paisajes que saben al perfume de acogida de un sueño intuido a la vera de uno mismo.

      • Sin embargo, lo que también es significativo es que su trabajo lo reabsorbió hasta hacerlo un intérprete que secundaba la inmanencia y dejó que ella lo orientara y lo transportara en aras a culminar un hacer que tiene la trascendencia del saber pintar lo que ver.

      • Mi amigo Humberto y yo no paramos de hacernos preguntas en nuestra esquina del Malecón, casi siempre en voz baja porque las respuestas las exigen que sean en voz alta. Y las cuestiones son invariablemente las mismas y tantas como cada una de nuestras arrugas. Menos mal que el ron nos resguarda de sospechas.



6 de octubre de 2009

MIGUEL GALANO (1956)

Las atmósferas y brumas druídicas del norte diluyen las formas, las humedecen y enfrían hasta que se congelan para que podamos advertir en ellas la raíz de una introspección que se dirige desde la piel hacia los huesos.


Para tener esa certeza, El artista asturiano Miguel Galano no ha tenido que atarse a un mástil como Turner para experimentar los efectos de una tormenta, sino que se ha mantenido andando en caminos ciegos para que el relente y el vaho circunscribieran los contornos de un paisaje que se piensa a sí mismo como la ley plástica que rige la melancolía, la soledad, el trabajo y la tristeza de lo que contiene.



Y para tal catarsis él es el instrumento que dota de verdad a lo insondable, al misterio que hay en sí mismo para extraer esas entrañas y que únicamente desea sacar en esos planos de calimas bañados por el mar o por una superficie que transpira gotas de un llanto que en ese territorio no paran de extinguirse.

5 de octubre de 2009

PELAYO ORTEGA (1956)

Cuando un paisaje está cubierto por la niebla o la bruma parece mucha más sublime, ya que eleva y amplía nuestra imaginación, escribía Friedrich.

El artista asturiano Pelayo Ortega así lo ha concebido, pero no sin transmitirnos la sensación de aislamiento y soledad que una naturaleza imprevisible nos inflige. Además que tampoco nos podemos engañar, también son residuos del tiempo oscuro que vamos dejando, de las retinas que no avisan de los olvidos y remordimientos intencionados que nos sorprenden cuando tratamos de avistar si hay algo que nos sostenga para poder quedarnos o por el contrario dejarnos llevar por una marea experta en extinciones de ánimas aburridas.

Por eso, la obra introduce nuestra mirada hacia dentro en un viaje de remotas y al mismo tiempo cercanas remembranzas, en una recuperación de la visión que después de asomarse más allá, preferimos que nos deje seguir conjeturando lo que la imagen nos propone, esa desmaterialización entre lo onírico y la interrogación inconfesable que nos suscita.

Mi amigo y Humberto y yo estamos vacíos y el Malecón nos obliga a estar llenos. Cogimos de las olas lenguas que no hablan, ojos que han dejado de llorar, bocas cosidas y miembros amputados. Pero nuestro Señor ha decretado que tales adminículos eran rastrojos que no exaltaban su infalibilidad y su sentido de la eternidad por lo que debíamos seguir buscando. Pues no, preferimos el castigo porque ya no se nos ocurrió nada.

2 de octubre de 2009

HUMBERTO VIÑAS (1963)

Uno puede esconderse en el taller, apagar la luz y confiar enfebrecido en que el color infunda impunemente su rechazo del orden, tanto el de afuera como el adentro.
También puede hacer que la pasta sea lo que desentrañe el furor oculto causado por el dolor solitario que hay en no sentir la claridad y la vida.

O puede añadirse que la impotencia, la frustración o el fracaso hagan su trabajo, extendiendo hacia un lado y hacia otro retazos o retales de un engrudo mezclado y volcado con sus mismos odios.


Y no puede descartarse que de tantas capas como barrotes carcelarios brote lo efímero, lo amorfo y circunstancial como la radiografía inapelable de uno mismo.


Pero caben otras lucubraciones de una biografía que transcurre encerrada en un camarote celda de diez metros cuadrados, como es que la única forma de alumbrarse sea el trazo fingido, malsano, engañoso, que presume de erigirse en dueño de un esclavo.


Todo parece indicar que no hay sueños, que ir a la deriva podría transformar el vacío interior en estratos, cúmulos y cirros, los que trata de entrever o adivinar en esas obras que nunca dejarán de formar parte de un tiempo abocado a jamás cambiar su naturaleza.



En el Malecón han dado orden de retreta y retirada. Mi amigo Humberto y yo nos encaminamos hacia la penumbra susurrando por lo bajo que hay días en que haber nacido con este orfeón repetitivo no te da ni para buscar el ron mulato de mermelada de papaya madura.











1 de octubre de 2009

WILLIAM DEGOUVE DE NUNCQUES (1867-1935)

Hay momentos en nuestra vida que queremos ocultarnos en campos extenuados por la luz, aquellos que son tan pocos que dejan que se vislumbren sus esqueletos acostumbrados a dar reposo a las inquietudes humanas. En otras ocasiones, son inmensas raíces que enmascaran osamentas, cementerios vivos y desnudos.
El artista simbolista belga Degouve demuestra que lo que le invade tiene la virtud plástica de expresarlo con la angustia del que la sufre y como la visión grávida de lo que proyecta como realidades que fluyen con el desasosiego de la calma, la misma que se detiene en el instante exacto en que la representación es su auténtica pasión.


Hoy, en el Malecón no aparece mi amigo Humberto sino su gestualidad pictórica que es puro devenir de impotencia, de rabia acumulada, de ojos cerrados que impulsan la emulsión hasta salir del marco, como si fuese un río de cieno que ha alcanzado el mar del grito.





30 de septiembre de 2009

JOSÉ LUIS ZUMETA (1939)

  • A este artista vasco, José Luis Zumeta, no le cabe la pintura en donde poder alojarla, es tanta el ansia que por sí misma tiene de abarcar toda su constelación visual que el espacio le queda escaso, insuficiente. Aunque como puede observarse esta carencia no le impide después una racionalización y organización que ofrezca la apariencia de una vorágine artificiosa.
    • La acumulación de imágenes son por sí mismas un relato viviente que definen color, luz y un lugar en el marco de la superficie que a nosotros, espectadores, nos permite tomar nuestro tiempo en descifrar la volubilidad plástica de figuraciones o abstractos figurativos que siembran de proyecciones nuestra mirada.

      • Incluso hasta nos complacería estar dentro del lienzo para formar parte de ese teleológico caos liberador y participar de esa creación que lo fermenta todo mediante una trashumancia cromática que es trasunto del propio pintor.


      • Hoy el Malecón ha ordenado silencio, no quiere oír hablar de desdichas, hambres, resignaciones, ruegos, cárceles, condenados, mudos. El silencio es lo que de verdad le inspira y le hace palpitar la sombría mano del degüello, lista para ensartar pensamientos cerrados y vírgenes. Ni siquiera mi amigo Humberto y yo dejamos que el ron susurrase.



29 de septiembre de 2009

M.K.CIURLONIS (1875-1911)

No se trataba de ser músico o pintor sino de encarnar la música en la pintura. Y en ese empeño el artista lituano Ciurlonis perdió la razón en plena juventud.

Pero antes nos legó una obra que ensayaba registros plásticos en forma de proyecciones etéreas que se ligaban al trasfondo de un pensamiento en permanente ebullición.

Circundaba las ideas con abstracciones pictóricas que autentificaban y configuraban el asalto a unos coloquios existenciales que siempre fueron los espectros compañeros de su vida.

Y hay que reconocer que su trabajo obtuvo el reconocimiento de señalar itinerarios, de ser el antecedente de las tendencias que vendrían inmediatamente después.



Los druidas del norte han olido que éste es territorio de difuntos que no han dejado de moler grano y cantar salmodias de ahora es el momento de que nunca vaya a ser siempre. Y añade mi amigo Humberto, si el Malecón acaba convenciéndolos dejarán de tocar la gaita y se convertirán en ojeadores de pateras con un libro de himnos entre las manos.

28 de septiembre de 2009

GUILLERMO PÉREZ VILLALTA (1948)

El artista español Pérez Villalta excita y ensancha nuestra imaginación mostrándonos laberintos y escenarios que pudieron converger y confluir bañados con esa luz meridional y en el olimpo de ese supuesto mediterráneo que a través de toda su obra volvemos a conocer y recobrar.
Pero también experimentamos como espectadores el efecto de ser prisioneros voluntarios dentro de esas arquitecturas animadas, clásicas y míticas, convertidos en personajes que tienen un destino que sobrellevar a pesar de encontrarse en una realidad ficticia que se hace augurio en cada momento.

Él hace que la pintura se haga representación de otra representación y ésta se localice en tierra de extramuros para evitar que se enarbole como un canon académico, pues en su obra no lo hay ni podrá haberlo porque esa figuración se reinventa constantemente y atiende solamente a una segunda naturaleza y constitución que le sale de sí misma con el fin de que el artista pueda redescubrirse en la arena del tiempo no consumado.


25 de septiembre de 2009

ANTONIO SAURA (1930-1998)


En esta obra del gran artista español Antonio Saura vemos el gesto y el desgarro, la crueldad y la ferocidad, lo negro ominoso como la piel que siempre nos cubre y está presente para que no nos olvidemos de que la ceguera es nuestra inmortalidad.

Las manchas de palidez sobresalen de esa negrura como una forma de vida efímera, brutal, tétrica, que se devora a sí misma porque no es capaz de abarcarse. El pintor exorciza esa maldición expulsándola hacia afuera en un intento de que su visualización plástica reciba en la mirada del espectador un canto infectado de lo resucitado.


Obra para contemplar en crepúsculos mudos con la visión ahogada por los desaparecidos y los ausentes.


Mi amigo Humberto está aquejado de una catarsis que le hace torturar el papel con desafueros sacrílegos. Es un dolor que el isleño cubano revierte en tachaduras empapadas de sudor coloreado. ¿Son deudas a perdonar?








24 de septiembre de 2009

JAMES TURRELL (1943)

  • Atmósferas que aislan y encierran para estar a solas contigo mismo, que te penetran en la vaporosidad e incorporeidad que te envuelve y te rodea a través del azul frío que amortaja. Después viene el descendimiento sin la confesión destruida por el mortal hielo.
    Azul que se aviva o decrece en el interior de una ballena que te da que pensar en tu propia levedad flotante, en ese ser que se disgrega de ti para enfocarte con la irrealidad que muchas veces quieres desear, de la que deseas percibir el acontecimiento inesperado, la aparición extraña que te atraiga y seduzca.

    El norteamericano Turrell es un ilusionista que nos proporciona una caverna platónica en la que las ideas están desterradas y se exaltan las sensaciones y las intromisiones en el yo, un yo que no busca sino que experimenta, palpita y hasta presiente.

    Mi querido Humberto, el poder de tu mano ya no es firme, ya no aguanta los embates de este Malecón que nos tiene hastiados de tanta doctrina vertical. Y los ojos se cierran sin potestad para soñar. La pintura ya tiene el color del sudario con el que culminar estos años de éxtasis vacíos. Aprovéchala.




23 de septiembre de 2009

ÁNGEL FERRANT (1891-1961)

El artista español Ágel Ferrant concebía a la misma velocidad que respiraba, no había forma de pararlo. Todo su trabajo se fundamentaba en el convencimiento de que el recorrido no admitía pausas y de que el método no aceptaba esperas.

Si James McNeill Whistler proclamó que "el límite del arte es infinito", nuestro escultor trataba de hacerlo realidad cada minuto con la creación de obras en las que el secreto de su origen era suyo, no había que buscarlo en otras fuentes. Por eso, las búsquedas eran inacabables e interminables y muchas veces con la insatisfacción de lo extraído, de lo hecho y hasta de lo deshecho.

Fue un precursor que vistió y arropó lo aéreo y volátil con sus propias formas, tejió lo imposible para hacer que mostrara su espíritu, que nos involucrara con las fintas y filigranas de su diálogo etéreo. Nosotros, como espectadores, antes estas sendas e hitos, viajamos, sentimos y pensamos. Que así sea siempre.

Amigo Humberto hoy no vuelan las gaviotas ni nos susurran las mujeres de piel sabrosa. Seguro que es por no haber dibujado tú un alba de sangre púrpura que amamante a tantos descarriados por estos derrumbes de sueños enterrados. Aunque es una deuda que no tendrás que pagar hasta que llegues a la sepultura y convides a ron.

22 de septiembre de 2009

ÁNGELES SANTOS (1911)

Cuando la catalana Ángeles Santos culmina esta excepcional obra era todavía una adolescente. Después fue internada por su familia en un psiquiátrico, ¿no tendría o debería haber sido al revés a la vista de sus consecuencias?

Su retorno a la pintura ya no fue el mismo, en ese largo paréntesis perdió la espontaneidad y la insignia de la visión, la conexión con la quimera.

Ella decía que soñaba mucho, demasiado, y que las fantasías oníricas la tenían a menudo despierta hasta que su materialización lograba el apogeo de la vivencia representada.

Tal es el ejemplo de este lienzo, que abarca la realización de una cosmovisión prodigiosa, con una estructuración y diseño del espacio fruto de una ejecución equilibrada, en la que la organización esférica ocupa y distribuye los distintos elementos en el orden adecuado a la consecución del efecto visual, el cual es acorde a la dimensión global del universo expresado.

Ella ha cumplido con traernos a la tierra la experiencia y la magia de esa visión y nosotros, espectadores, con agradecérselo toda la vida.

Mi amigo Humberto y yo buceamos al alba en los sinsabores plásticos de lo inhallado, por eso deambulamos sin descanso por la Potajera de Zapata, el Bim Bom de Infanta y 23, la Rotonda de Ciudad Deportiva, los baños del Quijote y el costado del cine Yara. Pero ya en la esquina del Malecón se nos acabó la angustia y la piel se arrugó con la escarcha de la muerte, esa energía verdadera que nos señala la silueta grabada en la materia.

21 de septiembre de 2009

RUSSELL CONNOR (1929)

  • Me he encontrado con esta "genial" impostura que tiene un trasfondo transgresor más humorístico que didáctico. El artista norteamericano Russell Connor se decantó por aunar autores, tiempos, estilos, movimientos y tendencias en un mismo espacio.
  • No tiene una intención mimética ni apologética, es una heterodoxia convencida de que en el presente y de cara al futuro la mistificación es admisible si no se oculta, si se plantea abiertamente. ¿Hay correspondencia entre Picasso y Rubens, entre Picasso y Manet? Sí y no, todo dependerá de las coordenadas en que insertemos los valores y creencias, los fines y contextos, lo sincrónico y lo diacrónico.

    • Lo cierto es que constituye una propuesta insólita, abierta a miradas conspicuas, lecturas divertidas, visiones sutiles o afirmativas, o sencillamente a críticas despectivas.
    • El arte si no es pura sorpresa dejaría de serlo puesto que necesitaríamos esa fascinación y asombro para indagar en la aventura de ser nosotros mismos.
    • Dos huidos corren por el Malecón y saltan al agua. Mi amigo Humberto y yo les decimos adiós y nos quedamos en la memoria con el dibujo imposible de una reaparición.






20 de septiembre de 2009

REINALDO MARTÍNEZ CAMPILLO (1968)

Lo isleño por su dimensión limitada es como un jeroglífico plástico que debe ser desentrañado sin que el conjunto de los símbolos vayan más allá de la propia percepción del espectador para que éste perfile, ordene, vislumbre y sondee. El joven artista cubano Campillo ha adquirido el talento pictórico para plasmar lo que en términos del ahora es un planimetría del paisaje y el terreno urbano en el que acontece una filosofía de la existencia entre luz y oscuridad. Los planos cromáticos a media luz delimitan contornos de sucesos y emociones sobre el vivir y su propia sombra, ésa que no aparece abandonar y renunciar nunca.
Y por el contrario esa depuración de la ciudad adquiere el virtuosismo que se engrana en parajes que con su distinta tonalidad se identifican dentro de una geografía que no permite que queden opacadas, que hagan de la pictoricidad su forma de ser y su circunstancia. Ésa ha sido la voluntad insoslayable del autor.
No cabe duda de que es una obra de tiempos y espacios que se sienten y se habitan, que aglutinan sensaciones y evocan ecos de nuestro presente, con experiencias que aprendemos a entender con otra mirada, y que además la luz es una pátina real entre tanta densidad de crepúsculos metafóricos que reclaman el acervo del ver de antaño. Tiene la capacidad para encontrar el modo de llegar a contemplar lo cercano con tantos ojos como podamos abrir.

Hoy, la oscuridad espanta, las olas son espectros armados con hoces, la luna se ha ido a enamorarse a Marte y el Malecón es una línea divisoria entre el dolor y la angustia. Ni gozando con la Sinfónica Nacional nos sacan de esta zozobra y pesadumbre.