22 de octubre de 2009

CARLA PERIA (1979)

  • Toparse con Carla Peria, esta joven artista argentina, que dice ser adepta a la obra de De Kooning, Bacon y Saura, es dejar que el tiempo fagocite en la misma masa carnal un presente inmediato en tu ámbito existencial y biográfico. Es una obra que dilucida y legitima que el mejor objeto plástico es aquél en que la piel, los músculos y la sangre se ciernen sobre tu mirada en un pavoroso ser en sí y para sí.
    • La interrelación del flujo cromático, su ordenación en un espacio que los aprisiona, su impregnación orográfica transparente por debajo de la epidermis, somatiza unos cuerpos que en su metafórica negrura y fealdad encuentran el contacto de un destino que nunca podrá culminarse ya que son la antítesis de aquellos colosos que eran los jeroglíficos del poder.

      • Es una pintura en la que la plasticidad del sufrimiento no tiene necesidad de desvelar ni revelar, al contrario, somete a la vivencia del espectador a rubricar con los ojos la verdad intrínseca y orgánica que está grabada en la desintegración de unas figuras que son incapaces de hacer frente a su propia restauración. Ya han sido vencidos aunque no lo crean, y si tu visión desea engañarse es porque no puede creer en una realidad tan honda y cercana, tanto como el bar de la esquina.


      • Piera, en definitiva, ha dado un paso más en desentrañar la humanidad y el dolor contenidos en lo pictórico, ahora le queda continuar esa ruptura de velos que nos sigan permitiendo ver y emocionarnos.

      • Le digo a mi amigo Humberto que esta ruta diaria hacia el Malecón es un vacío por el que en ocasiones llegamos a tantear la angustia de un infinito que en esta isla está cerrado y lacrado. Ni su sombra me dio respuesta alguna.






21 de octubre de 2009

ALBERTO SÁNCHEZ (1895-1962)

Hay que redescubrir lo que la tierra guarda para que el artista le dé forma y con ello haga realidad su presencia, presencia como sinónimo de fertilidad que crece hasta ser un monolito que el hombre abraza como símbolo de libertad.
Alberto Sánchez, el artista español fundador de la escuela de Vallecas, presintió, cuando amasaba la masa de levadura, que el núcleo de la tierra yerma e inhóspita sobre la que pisaba, era el sustrato del arranque de una raíz que debía elevarse hasta alcanzar una estrella.

  • Y quiso mostrar una humanidad hecha de esas raíces, para lo cual materializó unas efigies que serían sus alegatos de lo que se ha constituido en aras de una vida que quedará siempre en nuestra memoria.

  • Era un escultor de la tierra que la erigió en la protagonista que deseaba para la consecución de nuestra liberación si sabíamos acariciarla y darle la voz que siempre ha necesitado.

  • Mi amigo Humberto ahora viaja con su sombra, no se despega de ella, incluso la lleva de noche a orear por el Malecón. A mí me quiere presentar otra para que no esté desamparado, pero la he rechazado. Yo prefiero luces que sean ciegas y sordas.




20 de octubre de 2009

EVER FONSECA CERVIÑO (1938)

  • No hay necesidad de esconder lo que es el soplo de la circunferencia existencial por la que ha transcurrido tu pasado para circunscribir el ideario plástico del presente.
    • El artista cubano Fonseca, al igual que Lam, ha heredado el espíritu de la formación de unos orígenes que no han dejado de hablar y manifestarse aunque eran pocos los que captaban la riqueza antropológica y cultural que fundamentaban su esencia como paradigma de lo que años de hibridación han identificado como caribeño, antillano, cruce de identidades, mestizaje de significaciones, pueblos, razas y sangres.

    • Él nos invita a contemplarlo en una obra cargada de ramificaciones, secretos, mundos paralelos, criaturas que por fin se ven y se tocan, ídolos que son perennes a fuer de invictos señores ancestrales.

    • Imágenes cuyo misticismo no aquieta, no piden silencio y recogimiento, sino fusión de sangre y vida en espacios con sonidos sagrados de percusión y danza.

    • Hoy, me dice mi amigo Humberto, he escupido ron en la tela y ésta se ha puesto sin mi ayuda a embadurnar primero y moldear después la huella más intransferible que haya visto. Pues utilízala, le contesté, cuando se le haya pasado la resaca, no es tarde, todavía, para que cuando amanezca nos insufle claridad en esta penumbra.





19 de octubre de 2009

AMALIA AVIA (1926)

Circulamos a través de nuestros circuitos humanos y urbanos más íntimos y no hacemos pausas para fraternizar con los auténticos protagonistas que las variopintas formas del vivir abren y cierran: puertas, paredes, calles y ventanas. La artista española Amalia Avia sí que se ha detenido para codearse con ellos, para interesarse en su existir y en cómo se reflejan dentro de ese laberinto terrenal que siempre los ha omitido.
Nos los ha traído a nuestra presencia, los ha hecho de carne y hueso y hasta les ha dotado de un halo de densidad anímica que nos impide rehuirlos; al contrario, se nos imponen y puede incluso que nos dejen penetrar y acariciar con la mirada ese caudal plástico e histórico que atesoran.

Mi amigo Humberto trata de soslayar el sino del asentimiento pues ha renunciado a creer en una verdad que esté postulada por un Malecón que únicamente se invoca a sí mismo. Yo le digo que hay que dejar que la forma, nuestra gran amada, disienta, es la que siempre lo ha hecho, por eso si él deja que ella pinte esta esquina en la que estamos todos los días del año, será un clamor plástico que no cesará de pronunciarse. Y además no permitirá que nos falte el ron nunca.


18 de octubre de 2009

EVA HESSE (1936-1970)

  • ¿Qué es esta bóveda de cordajes que gravita sobre nuestras cabezas? ¿Es una referencia conceptual que ya se agota en sí misma? ¿O son un entramado de cordeles que se proponen una exteriorización que permanece hermética? ¿Qué es lo que insufla en el espectador? ¿Por qué habría que interpretarlo y no sentirlo?
    Eva Hesse, una artista alemana desaparecida prematuramente, creo que trataba de ligar vida y forma en un orden que se colgaba desordenadamente en estructuras meticulosas, cada una de ellas conteniendo su deconstrucción intuitiva y tensa producto y resultado de una construcción que no era más que el destino de lo que iba a ser reducido hasta su momento final, último, perdiéndose y ramificándose en cabos sueltos, en conflictos subyacentes que alargan pensamientos en un universo con sus fatalismos y limitaciones.

    Postminimalita o conceptualista, lo mismo da, lo importante es que la dimensión de su obra cobre un fenómeno plástico que como en ese panel de hilos de alambre nos atrape en su auténtica realidad, que sepamos desentrañarla y visualizarla desde unas formas mentales diferentes que la asimilen y la comprendan.


    ¿Tú crees que la obra de arte es intuida como una expresión cuya esencia sólo se capta por su vivencia? le digo a mi amigo Humberto. Me mira, se da un trago de ron y me responde que él únicamente guarda seres deshabitados en su interior de los que ya no queda memoria en este Malecón que ha decretado que exclusivamente se conserve la suya.




16 de octubre de 2009

CARMEN CALVO (1950)

  • Si la artista valenciana Carmen Calvo se considera una artista de concepto, como espectador la conceptúo como una urdidora de formatos visuales que remiten a objetos cargados de la incertidumbre y del destino que depositamos en ellos. Rescata su perceptibilidad transfigurándolos hasta conseguir que su realidad se integre con la pasión de la nuestra.
    • Ella se concentra en su análisis e identificación, en la potencia de su materialidad, en el orden de su composición, en la polisemia de su naturaleza; nosotros, observadores, abogamos por inyectar la mirada en unas fisonomías que nos parecen nuevas ahora, que cuelgan como recipientes físicos de gestos ya revocados y olvidados.

      • Son tal que cuerpos que no condescienden en que huyamos, en que dejemos de lado lo que en cierta forma nos reconoce y nos traslada a otros pasados, a otros sucesos, a otros momentos que actualmente los hemos borrado, y perdido con ello su misterio y la voz de su reencuentro.

      • Nuestra esquina se ha inundado de la sal de un son que no ha parado desde el amanecer. El Malecón vigila que de él no salga Olokun aunque mi amigo Humberto y yo le recitemos:

      • Mitad hombre, mitad pez,
      • yace con siete cadenas
      • más allá de las arenas.
      • En sueño lo vi una vez:
      • del rostro la redondez
      • con hondas rayas tribales
      • y ojos blancos abisales
      • ahuyenta ese mal severo.
      • Boca abajo, en el tablero,
      • dieciséis cauris rituales.

      • Severo Sarduy.



15 de octubre de 2009

FREDERIC AMAT (1952)

Rastreamos y escudriñamos los sueños, palpamos a aquellos que nos han preguntado y desnudado y aún así no hallamos la respuesta.
¿Es por qué el artista español Amat nos deja siempre con la pregunta en la boca? ¿Por qué es un creador que nos invita a ir abriendo puertas y más puertas y a no quedarnos simplemente con la significación somera de una obra que continúa dilatándose hasta más allá de que él cese de latir?

  • Por el camino han quedado restos, pistas, estelas, metamorfosis, estigmas de una existencia plástica que no tiene episodios, ella es un solo capítulo que no se resiste a terminar ni creo que lo haga aunque tenga que proseguir sola.

  • Y la conclusión es que la pregunta sigue estando ahí, aunque se disfrace o carezca de espejo, y también que seguimos necesitándola porque va en paralelo a la búsqueda de nuestra propia respuesta. Bien es verdad que lo más sensato sería pensar que esta última también está contenida en la primera. Y si eso no es suficiente, cabe permitirnos ser insensatos.

  • Mi amigo Humberto me dice, una vez acodados en el muro del Malecón, que la génesis de su obra le está vedada, le es infranqueable, lo que le está desquiciando y vaciando. Yo le he contestado que no me extraña, está cabreada porque le has suprimido su cartilla de racionamiento y la tela, por lo tanto, se cuartea, se deshace. Tendrás que recurrir a la curia maleconense en solicitud de un subsidio, tanto si da es muy mísero. Y no utilices ni óleo ni acrílico sino estiércol de alacrán, ya aprovecharemos el veneno para darle más sabor al ron.




14 de octubre de 2009

FERNAND KHNOPFF (1858-1921)

Joséphin Peladan, autor del "Vicio supremo", consideró al belga Khnopff como el pintor simbolista con la capacidad de jugar con elementos perversos y ambiguos.
Si es así, no cabe duda que cuando se produjo mi extravío en una comarca nevada, sin surcos ni sendas que brindasen guía y un sostén, hasta llegar por una equivocación del destino a una ciudad deshabitada con una atmósfera vacía y renegada, no tuve ya fuerzas más que para entrar en un edificio solitario, de mugres olvidadas y de hedores irreconocibles, cuyos pasillos me condujeron a una mujer embrujada sentada en un aposento maldecido por el pensamiento de ultratumba.

  • Y es así porque el pintor rehuye referencias externas que no le interesan, ya que lo de afuera son realidades que degradan, pervierten con su insustancialidad, no hablan ni inspiran a un espíritu que necesita alimentarse de sí mismo para gozar de una inmortalidad aunque sólo sea por un segundo.

  • La simbolista fue una corriente antecesora y sucesora, que innovó y renovó, que orientó y señaló afluentes y posibilitó grandes creaciones, pero abdicó de las vivencias y hechos de su época, que se hizo autista, intimista y hasta onanista, y en ese marco tan teosófico cerró puertas y ventanas.

  • El Malecón nos ha quitado a mi amigo Humberto y a mí, y a todos los habitantes de su reino, los vales de comida porque sostiene que podemos pescar antes que pintar o bailar. Echamos las cañas desde nuestra esquina pero sólo pican espinas y además flacas. Menos mal que desesperados tiramos los pinceles y nos volvieron con medusas engachadas hartas de ron.




13 de octubre de 2009

AUGUSTUS VINCENT TACK (1870-1949)

  • No me desoriento al mirar los mapas cromáticos del artista norteamericano Tack, es el comienzo por verificar que lo que se plasma no es lo insólito del contexto en el que vivo sino el ámbito que me hace pensar en las paredes de mis esquinas, en los recodos que emiten tonos de idas y llegadas, en los trayectos y paseos al atardecer con una luz que provoca pálpitos de lo que sustancia el pensamiento que se escinde entre lo turbio y lo claro.
    Este pintor, otro fundador de códigos, acaricia texturas que tengan extensión en la mirada, que se desparramen invocando la esencia que concilia claridad, complementariedad y el postrer efecto de ver tanto los firmamentos como los reflejos que queda de ellos, sin que la duda nos transporte más allá de sus propias áreas tan bien predeterminadas.
    En estos altares es en donde se alumbran visiones que nacen para vivificarnos en ellas y captar lo que tienen de no sacralización de un éxtasis que ya no la necesita.

  • Mi amigo Humberto y yo cada día cargamos menos sacos cuando vamos al Malecón. Nuestras escasa pertenencias son almas tuertas, remordimientos devorados, frustaciones almorzadas a destiempo y rones acumulados con desidia. Y encima el Malecón nos condena a cavar túneles que nos contagian el desprecio de que nunca seremos capaces de fugarnos por ellos. Mojamos el descrédito aguardentoso en unas espumas que con su sal nos van incinerando poco a poco. Ya no nos vale ser animales piadosos.

9 de octubre de 2009

JOSÉ IBARROLA (1955)



Hay un hilo conductor en toda la obra del artista vasco José Ibarrola en su búsqueda del logro de lo imposible: hacer que la materia pintada se convirtiese en intangible. Tal es el propósito de conseguir que el color dimensione lo incorpóreo para que quede la pureza de un simbolismo que cultiva la síntesis entre mar y personajes, pues uno es el espejo de los otros.
Plástica muy meditada y meditabunda que halla su propia naturaleza en la construcción de las formas y la pigmentación fría de sus pieles y recubrimientos, que aborda nuestra mirada con la desnudez de sus espacios ubicados ante un horizonte que nunca se deja tocar.

El misterio también ahonda en la percepción de esas tonalidades planas que saben más de lo que muestran y que nos desafían a esperar como ellas esas sensaciones de tránsitos hacia lo que nos sostiene y conforma.

Un trabajo que ha contraído deudas, que ha sabido pagarlas y ahora extiende sus créditos en un plano poético que precisa la soledad final que abarca un universo que no dejará de extinguirse en tanto lo intangible sea la medida de lo tangible.

Me dice mi amigo Humberro que le agota oírme el siempre y el nunca. ¿Pues qué quieres? Siempre estamos esperando y nunca llegamos. ¿Y qué hacemos con la muerte, me responde? Dejarla que aguarde hasta que dejes de pintar farmacias y tejados.

8 de octubre de 2009

DAVID REED (1946)


  • Tripas, hebras, intestinos que serpentean e irradian, que están en continuo movimiento, que se agolpan, se confunden, mezclan y batallan bajo estardantes cromáticos que los diferencian en una lucha que también puede ser una polca, en la que se entrecruzan vertical u horizontalmente, haciéndose fluidos felinos que despiertan los centelleos de las miradas.

  • Son iconos luminosos que el artista norteamericano David Reed los inviste de signos de una sociedad que se vuelve interesada en continuar con esos arabescos hasta ver su desembocadura en términos conceptuales estigmatizando el ambiente urbano, o la actividad que se acompaña al tránsito visual por la ciudad escindida entre lo que es imaginario y lo que no lo es. Quizás habría que decir que es una propuesta que engulle la visión en un ornamento que quiere dejar únicamente de serlo.



  • He perdido el don de repetir consignas, de leer panegíricos, de entonar loores y loas, de cantar laudatorios. Mi única salida es declararme mudo ante el Malecón y dejar que el ron recite y cante alabanzas al bien amado. Mi amigo Humberto me anima y me secunda declarándose privado del habla, porque una mulata de andares bisiestos le comió la lengua, a la que pudo reemplazar por una tela pintada en óleo una vez bañada en aguardiente.


7 de octubre de 2009

CARMELO ORTIZ DE ELGEA (1944)

  • Cuando se transita con el ojo pendiente de como sería la simetría de un entorno si se desnudase en sus rasgos plásticos esenciales, queda la duda de que la concepción pictórica que guía esa construcción no manifieste más que un enmascaramiento que desvirtúa una realidad que estaba en la retina.
    • El vasco Ortiz de Elgea seguro que siempre tuvo estas dudas, son como espasmos que alientan y desalientan, pero sus referencias visuales no habían perdido su claridad y nitidez, motivo por el cual supo como plasmarlas y no extraviarlas en una nada investida de nada.

      • Y así bosquejó una obra en que trazos, marcos y atributos se explayan en una vivencia cromática que configura territorios en los que la mirada se pasea entre paisajes que saben al perfume de acogida de un sueño intuido a la vera de uno mismo.

      • Sin embargo, lo que también es significativo es que su trabajo lo reabsorbió hasta hacerlo un intérprete que secundaba la inmanencia y dejó que ella lo orientara y lo transportara en aras a culminar un hacer que tiene la trascendencia del saber pintar lo que ver.

      • Mi amigo Humberto y yo no paramos de hacernos preguntas en nuestra esquina del Malecón, casi siempre en voz baja porque las respuestas las exigen que sean en voz alta. Y las cuestiones son invariablemente las mismas y tantas como cada una de nuestras arrugas. Menos mal que el ron nos resguarda de sospechas.



6 de octubre de 2009

MIGUEL GALANO (1956)

Las atmósferas y brumas druídicas del norte diluyen las formas, las humedecen y enfrían hasta que se congelan para que podamos advertir en ellas la raíz de una introspección que se dirige desde la piel hacia los huesos.


Para tener esa certeza, El artista asturiano Miguel Galano no ha tenido que atarse a un mástil como Turner para experimentar los efectos de una tormenta, sino que se ha mantenido andando en caminos ciegos para que el relente y el vaho circunscribieran los contornos de un paisaje que se piensa a sí mismo como la ley plástica que rige la melancolía, la soledad, el trabajo y la tristeza de lo que contiene.



Y para tal catarsis él es el instrumento que dota de verdad a lo insondable, al misterio que hay en sí mismo para extraer esas entrañas y que únicamente desea sacar en esos planos de calimas bañados por el mar o por una superficie que transpira gotas de un llanto que en ese territorio no paran de extinguirse.

5 de octubre de 2009

PELAYO ORTEGA (1956)

Cuando un paisaje está cubierto por la niebla o la bruma parece mucha más sublime, ya que eleva y amplía nuestra imaginación, escribía Friedrich.

El artista asturiano Pelayo Ortega así lo ha concebido, pero no sin transmitirnos la sensación de aislamiento y soledad que una naturaleza imprevisible nos inflige. Además que tampoco nos podemos engañar, también son residuos del tiempo oscuro que vamos dejando, de las retinas que no avisan de los olvidos y remordimientos intencionados que nos sorprenden cuando tratamos de avistar si hay algo que nos sostenga para poder quedarnos o por el contrario dejarnos llevar por una marea experta en extinciones de ánimas aburridas.

Por eso, la obra introduce nuestra mirada hacia dentro en un viaje de remotas y al mismo tiempo cercanas remembranzas, en una recuperación de la visión que después de asomarse más allá, preferimos que nos deje seguir conjeturando lo que la imagen nos propone, esa desmaterialización entre lo onírico y la interrogación inconfesable que nos suscita.

Mi amigo y Humberto y yo estamos vacíos y el Malecón nos obliga a estar llenos. Cogimos de las olas lenguas que no hablan, ojos que han dejado de llorar, bocas cosidas y miembros amputados. Pero nuestro Señor ha decretado que tales adminículos eran rastrojos que no exaltaban su infalibilidad y su sentido de la eternidad por lo que debíamos seguir buscando. Pues no, preferimos el castigo porque ya no se nos ocurrió nada.

2 de octubre de 2009

HUMBERTO VIÑAS (1963)

Uno puede esconderse en el taller, apagar la luz y confiar enfebrecido en que el color infunda impunemente su rechazo del orden, tanto el de afuera como el adentro.
También puede hacer que la pasta sea lo que desentrañe el furor oculto causado por el dolor solitario que hay en no sentir la claridad y la vida.

O puede añadirse que la impotencia, la frustración o el fracaso hagan su trabajo, extendiendo hacia un lado y hacia otro retazos o retales de un engrudo mezclado y volcado con sus mismos odios.


Y no puede descartarse que de tantas capas como barrotes carcelarios brote lo efímero, lo amorfo y circunstancial como la radiografía inapelable de uno mismo.


Pero caben otras lucubraciones de una biografía que transcurre encerrada en un camarote celda de diez metros cuadrados, como es que la única forma de alumbrarse sea el trazo fingido, malsano, engañoso, que presume de erigirse en dueño de un esclavo.


Todo parece indicar que no hay sueños, que ir a la deriva podría transformar el vacío interior en estratos, cúmulos y cirros, los que trata de entrever o adivinar en esas obras que nunca dejarán de formar parte de un tiempo abocado a jamás cambiar su naturaleza.



En el Malecón han dado orden de retreta y retirada. Mi amigo Humberto y yo nos encaminamos hacia la penumbra susurrando por lo bajo que hay días en que haber nacido con este orfeón repetitivo no te da ni para buscar el ron mulato de mermelada de papaya madura.











1 de octubre de 2009

WILLIAM DEGOUVE DE NUNCQUES (1867-1935)

Hay momentos en nuestra vida que queremos ocultarnos en campos extenuados por la luz, aquellos que son tan pocos que dejan que se vislumbren sus esqueletos acostumbrados a dar reposo a las inquietudes humanas. En otras ocasiones, son inmensas raíces que enmascaran osamentas, cementerios vivos y desnudos.
El artista simbolista belga Degouve demuestra que lo que le invade tiene la virtud plástica de expresarlo con la angustia del que la sufre y como la visión grávida de lo que proyecta como realidades que fluyen con el desasosiego de la calma, la misma que se detiene en el instante exacto en que la representación es su auténtica pasión.


Hoy, en el Malecón no aparece mi amigo Humberto sino su gestualidad pictórica que es puro devenir de impotencia, de rabia acumulada, de ojos cerrados que impulsan la emulsión hasta salir del marco, como si fuese un río de cieno que ha alcanzado el mar del grito.